Calentarla directamente sobre la hornalla durante unos minutos a fuego fuerte.

Cubrir la superficie con una fina película de aceite y dejar que se vaya consumiendo.

Retirar del fuego y con un papel absorbente quitar los excedentes.

Colocar sal gruesa, desparramarla por toda la chapa, frotar y limpiar.

Esto servirá para curar de algunas impurezas del metal. La plancheta ya estará lista para disfrutar y darle vuelo a tu imaginación en la cocina.

Al terminar de usarla, debes asegurarte de limpiarla y guardarla. La idea es evitar que se oxide.

Para ello, luego de su uso, primero hay que dejar que se enfríe la chapa, lavar y secar.

Una vez fría y seca, le arrojas un poquito de aceite para lubricarla y pasarle un papel absorbente para retirar todo el exceso de aceite.  De esta manera quedará lista para su próximo uso.